Muy cerca de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, más precisamente en la zona de Munro,nos dirigimos a capturar la experiencia de un tour solidario organizado por la agencia de turismo responsable Anda Travel, Elvira Museri (dueña de la agencia) y su equipo nos presentaron a un grupo de extranjeros que al terminar sus estudios en Buenos Aires sintieron la necesidad de retribuirle algo a la comunidad que los acogió durante meses, aventurándose en una excursión de voluntariado de día entero.
La actividad comenzó con una charla introductiva sobre la labor de la Fundación, los voluntarios se mostraron muy interesados con la temática, realizando preguntas e involucrándose con la causa, tildando de "increíble" que existiendo un alto nivel de pobreza, fueran desechados tantos alimentos por empresas y productores agropecuarios. Comenzó a sonar una pequeña radio con música alegre, los chicos charlaban entre ellos, reían, y trabajaban en equipo logrando el objetivo, clasificar 3.800 kilos de mandarinas y embolsarlos, para ser enviados a distintos comedores y organizaciones de la provincia de Buenos Aires. Mientras tanto, nosotros realizábamos diversas entrevistas, tanto a las autoridades del banco, como de la agencia. Una vez terminada la tarea, los ayudantes del banco, saludaron y agradecieron a los chicos, haciendo hincapié en que entendieran que con su ayuda muchos chicos iban a poder comer. Podía percibirse una mezcla de sensaciones y expresiones, entre alegría, por haber ayudado y tristeza por entender y ver de cerca una realidad un tanto perturbadora.
En el micro rumbo al comedor, el cual abrió sus puertas en el año 2001, en plena crisis; y el que hoy en día alimenta a 160 personas. Los voluntarios se notaban muy reflexivos y con la mente puesta en que iban a encontrarse cara a cara con esa realidad, de la que tanto les habían hablado en la fundación. Capturamos su llegada, bajaron todos en silencio y observando todo detalle que se les presentara. Nos recibió Rosa, la encargada del comedor “Las Manitos” y nos contó cada detalle de la labor que realizan día a día; a quienes ayudan, y que otras actividades se efectúan allí. Los varones encontraron una forma de acercarse y compartir un momento juntos, jugando un "picadito”, en el potrero de lugar. Con esta experiencia se borro la barrera del idioma y las distintas culturas, y se generó un lugar para el intercambio entre ellos; una vez finalizado el partido, charlaron sobre sus equipos preferidos, jugadores, y cuestiones más privadas de cada uno. En ese mismo momento, las chicas compartían juegos, bailes y charlas con las niñas del comedor. El intercambio se dio en forma natural, y nosotros nos dividimos en dos equipos para poder grabar todas las situaciones. A su vez charlamos con Rosa, y diversos colaboradores del comedor, y realizamos las distintas entrevistas.
Mientras algunos de los voluntarios preparaban el refrigerio, otros charlaban, jugaban y el clima triste que se había generado en el micro rumbo al comedor, se desvaneció. Tomaron todos juntos la merienda, y prepararon un último juego para los niños más pequeños del lugar, “el juego del paquete”; mientras los chicos norteamericanos, entonaban una canción en su idioma, el paquete giraba, esperado por las grandes sonrisas de los niños. Luego aprovechamos para realizar nuestras últimas entrevistas; y nos encontramos con un grupo de voluntarios realmente emocionado, por haber conocido gente tan cariñosa y agradecida, ante la labor que ellos realizaron en el día. Les costó mucho despedirse de la gente del comedor, hasta que finalmente se subieron al micro, prometiéndose, algún día volver. Para mayor información:
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Que bueno que éstas cosas se sepan y se publiquen!! Felicitaciones!
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