domingo, 29 de mayo de 2011

Diario de viaje: Entre Ríos y Palmeras

Subimos al micro alrededor de las 23:40. El viaje no sería muy largo, pero el día sí lo había sido, así que pudimos dormir al menos un par de horas. Aproximadamente a las 4:40 bajamos en la terminal de Colón. Todavía teníamos que tomar otro micro, pero nos quedaba una hora de espera, por lo que cargamos las cámaras y el resto del equipo, y desayunamos un poco más temprano de lo habitual.


Ya en el micro rumbo a Ubajay, el sueño nos venció. De repente... "chicos, chicos!"... Una voz que nos despierta. A través de la ventana, todavía dormidos, llegamos a leer: "La aurora del palmar". El sueño todavía no nos permitía reaccionar, pero luego de unos segundos, como accionados por un resorte, nos levantamos y comenzamos a agarrar los bolsos. Unos instantes después, los cuatro, aun sin lograr despertarnos del todo, estamos al costado de la ruta, rodeados de bolsos, el micro que se aleja por la ruta y el maravilloso paisaje del palmar como escenario. Un cartel nos indica que a 500 mts. se encuentra "La aurora...". Sacamos la cámara y ya empezamos con las primeras tomas. Todavía no son las 6 de la mañana. Comenzamos a caminar y cerca de las 6:30 llegamos al lugar de encuentro. El sereno nos avisa que a las 7 llegaría la gente, así que nos sentamos a esperar en el bar panorámico, rodeados por el magnífico paisaje del palmar, y aprovechamos para poner a punto los equipos.


De a poco, "La Aurora" empieza a cobrar vida. Los primeros huéspedes comienzan a salir de sus carpas, y los guías y empleados van llegando al refugio. Una chica del lugar se nos acerca y nos ofrece un desayuno, que tímidamente rechazamos. Al cabo de unos minutos, luego de realizar algunas tomas del lugar, se nos acerca Daniel, guía del lugar. Se presenta y nos dice que él estará a nuestro cargo mientras dure nuestra estadía y nos comunica que ya tenemos asignado un lugar para pasar la noche. Nos recomienda acomodar el equipaje y desayunar antes de salir a la primera excursión. Nos acompaña hasta la casona, una de las más grandes del complejo, y allí dejamos el equipaje. Terminamos de preparar el equipo y volvemos al restaurant del lugar, donde nos esperan con el desayuno. Ya comenzamos a sentir la hospitalidad de la gente de "La Aurora". Al terminar el desayuno, Daniel se nos acerca y nos comunica el plan del día. Por las fuertes lluvias, debieron suspender el Canotaje, uno de los principales atractivos turísticos del lugar. De todas formas, iríamos hasta orillas del río, guiados por él. Al regresar, nos estaría esperando para almorzar Ariel, dueño, junto a su esposa, de "La Aurora". Luego del almuerzo, cabalgata y safari. Antes de salir, Daniel Foressi, el chef de "La Aurora" se ofrece a prepararnos para el almuerzo, una selección de platos, para que podamos degustar las especialidades del lugar.


Una vez preparados, Daniel nos guió hacia el vehículo que nos llevaría a orillas del río. En el camino, comenzamos a notar la verdadera dimensión de "La Aurora". Hectáreas y hectáreas de terreno, rodeado de altísimas palmeras sacudidas por una leve brisa. El terreno se encontraba dividido en parcelas, destinadas a controlar el ganado, una de las actividades económicas de "La Aurora". Según nos contaría Ariel más tarde, todas las actividades económicas y de explotación del terreno, se realizan de forma responsable y pensando en el medioambiente, por ejemplo, rotando el ganado para permitir que los suelos tengan tiempo a renovarse luego del pastoreo.
A medida que avanzábamos, debíamos ir abriendo tranqueras para permitir el paso del camión. Además del paisaje, pudimos ver una gran cantidad de aves, que Daniel iba clasificando a medida que aparecía una nueva especie. Nos contó que mucha gente venía especialmente a hacer avistamiento de aves, y que él mismo había aprendido mucho de aves en "La Aurora", guiado por los cursos de Vida Silvestre.
Llegamos a un punto en que tuvimos que seguir a pie. Estacionamos el camión, y nos adentramos en una zona de vegetación más densa. El camino no es nada sencillo. En muchas ocasiones debemos caminar agachados para evitar chocar con el follaje. En el camino encontramos "indicios" de la presencia de carpinchos. Daniel nos pide que no hagamos mucho ruido, y hablemos en voz baja para así, con suerte, poder ver algún carpincho en el camino. No tuvimos mucha suerte, solo encontramos "más indicios" de su presencia. Por lo visto, nuestro amigo carpincho era muy tímido como para mostrarse.
Al llegar a la orilla, notamos la crecida del río. El nivel esté bastante alto, lo que impedía realizar la actividad de canotaje. Luego de las explicaciones de Daniel, volvimos por el mismo camino hasta el camión, y de ahí de vuelta al complejo.


Allí nos esperaba Ariel, que muy amablemente aceptó una entrevista frente a la cámara. Nos contó la historia de “La Aurora”, del compromiso de él y su mujer por el refugio y de la ayuda de Vida Silvestre. Luego de la entrevista, Daniel, el chef del lugar, nos homenajeó con unos exquicitos platos que compartimos junto a Ariel. Ya en la presentación de los platos se los veía deliciosos, pero al comerlos, constatamos que no solo se veían bien, sino que sabían mejor.


Luego de la sobremesa, recargamos baterías y partimos al encuentro de Roque, vaqueano del lugar, encargado de las cabalgatas. El no nos podría acompañar ya que tres de sus hijas – no una, sino las tres juntas – se casaban ese mismo día, y como buen padrino de las tres bodas, debía encargarse de los preparativos. De todos modos, nos dejó en buenas manos. Denis, hijo de Roque y el Vikingo nos llevan a recorrer La Aurora montados a caballo. No es tarea fácil la de grabar las tomas montados a caballos, pero salimos indemnes de la aventura. En el camino disfrutamos del maravilloso paisaje, y vimos algunas de las plantaciones del lugar. El sol nos acompaña. Para bien y no tanto, ya que en el camino por el que cabalgamos, escasean las sombras donde refugiarnos de su calor. De todas formas, no podemos quejarnos del día que nos tocó.
De vuelta al refugio, nos tomamos un merecido descanso. Una merienda, en la que Daniel nos cuenta algunos de sus secretos como guía turístico, pero, según nos cuenta, se guarda uno para el final
del safari.


Luego de la merienda, nos encontramos con Daniel y El Vikingo junto a varios turistas para salir rumbo al Safari. Una vez más subimos a la camioneta y comenzamos el recorrido. El Sol baja lentamente hacia el atardecer, y justo en el momento adecuado, llegamos a un claro entre las palmeras. Bajamos de la camioneta sólo para subir a una elevación del terreno, desde el cual observamos cómo el sol se oculta detrás de las palmeras en ese momento mágico que se produce una vez al día, y que sólo dura unos instantes. La puesta del sol, o “La Hora Mágica” en El Palmar, cobró otro sentido.


Para finalizar, Daniel nos lleva a un pequeño museo en medio del palmar. Allí nos cuenta la importancia de las palmeras para el ecosistema. Ya la luz no nos ayuda, por lo cual, decidimos no grabar esa parte del recorrido, con lo que la experiencia grupal del final del safari y el secreto de Daniel, quedan a salvo.
De vuelta al Refugio, entrevistamos a una pareja que viajó con nosotros en el safari. Recién casados, pasaron un día de su Luna de Miel en La Aurora, y debían volver a Entre Ríos esa misma noche. En el buffet, Daniel Foressi nos regala con unas pizzas para la cena y luego, a la cabaña. Luego de chequear el material, por fin disfrutamos de una cama para descansar del viaje. Mañana sería otro día.
Por la mañana, hicimos un plan de lo que haríamos en el día. Desayunamos en el buffet, y luego una entrevista con Magdalena, recepcionista de La Aurora, que nos mostró las instalaciones del lugar con sus pintorescos vagones de tren convertidos en habitaciones.
También conversamos con Gustavo Cabral, fotógrafo que junto a Melina Yuros, su encargada de prensa, se encuentran en La Aurora realizando tomas fotográficas para el primer libro de fotografías de Entre Ríos. Un muy interesante proyecto con el cual recorren toda la provincia de Entre Ríos, plasmando sus riquezas en fotografías. Mas tarde en Buenos Aires entramos a http://www.unfrescoabrazo.com.ar/ donde pudimos ver parte de su excelente trabajo.
Luego de realizar algunas entrevistas más, nos despedimos de La Aurora, a bordo de un Remis que nos alcanzó hasta Ubajay, donde subimos a un micro que nos llevaría a nuestra primer escala en Colón. Una vez en colón, no podíamos dejar de visitar sus playas, por lo que, cargados con los equipos, caminamos desde la estación de buses hasta la costa. Al volver a la estación de buses, nuestro micro rumbo a Buenos Aires ya estaba pronto a partir, por lo que cargamos los bolsos en el maletero, abordamos el micro, y emprendimos el regreso de un viaje que, por lejos, superó nuestras expectativas.
¡Muchas gracias a toda la gente de La Aurora, que no se privó de ofrecernos toda su hospitalidad en nuestra estadía en el lugar!

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